Olvido,
Escondido
Tras los muros de un anonimato fatuo,
Hundido en los escollos
De lo que simplemente no quiero olvidar,
Y en la mudez de estas palabras,
En el clérigo maldito que no conoce lo que habla
El consejo es mero ardid.
Revuelto entre las sábanas del amanecer
Áspero, irritable de una lejana y pronunciada noche,
De esa oscuridad que me empapó antes de ver el ocaso,
De mirar con estas pupilas acabadas,
La negación de lo que nunca fue.
Renovar los bríos perdidos en tus montañas,
De perdonar los susurros que estremecen mis oídos
Cuando simplemente dices Adiós,
Cuando pides perdón por alejar este leyenda,
Este mito de que el amor no acaba,
De que el amor no se gana,
De que el amor no perdona.
Y que me importa a mí,
Que me importa eso que fue,
Eso que no conocí
Aquello que no viví,
Cuando puedo sentirte,
Tocarte, mirarte,
Cuando hoy puedo escucharte sin que te alejes,
Y que me importa,
Que me importa el saber si hoy te alejas,
El recordar si hoy te vas,
Si hoy me miras con el aire de un olvido,
Si me miras con esos ojos que jamás sintieron este amor.
Que no perdono en mí el obviarte,
El cansarte de mí,
De mi cercanía,
De mi presencia,
El acostumbrarme a tus silencios y tus palabras,
El sentirte en un abrazo,
El sentir tus labios sin tocarme aún
Dejándose llevar por la corriente,
Cuando yo no sé lo que es perderse en tu abismo,
Cuando yo no sé lo que es olvidar en ese limbo imperceptible
Al que me condenas hoy que te me fugaz,
Hoy que te me escondes,
Que me congojas sin saber que hoy no sé de ti.
Que te me pierdes en esta mirada sucia,
Apenas limpia en esa escala que desconozco,
Y estas escaras,
Y esta perfidia,
Que me acaba,
Me consume a sorbos en el carmín de un pintalabios,
En la delgada línea de tus ojos,
En tus hombros,
Tus caderas,
En tus manos,
Quemándome la vida,
Quitándome la sed de beberte,
De admirarte
De ser imperceptible, en esta misericordia
De la luna inacabada,
De esa creación tan imperfecta llamada yo,
Que me descubre en tus miradas,
La perfección del tú, del nos,
Y el designio irrenunciable de nunca ser.
viernes, 22 de agosto de 2008
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